Conocido como el Valle de la Luna, el Parque Nacional Ischigualasto despliega un escenario que parece de otro planeta: formaciones rocosas esculpidas por millones de años de historia geológica, tonalidades rojizas que se intensifican al atardecer y un silencio que estremece.

Caminar por estas tierras es retroceder en el tiempo, pisando el mismo suelo que una vez recorrieron los dinosaurios.

Pero cuando cae el sol, la región se convierte en uno de los mejores lugares del país para la observación astronómica.

Desde miradores naturales o en experiencias guiadas, el cielo de San Juan se revela con una claridad sobrecogedora: constelaciones, planetas y una vía láctea resplandeciente acompañan al viajero en una noche que se siente infinita.